viernes, 22 de febrero de 2019

EL TREN DE LA VIDA








EL TREN DE LA VIDA


     Aborda el niño desvalido acompañado de soledad, por la ausencia de unos padres que nunca dijeron presente por diversas circunstancias y decisiones. Acongojado y triste toma uno de los asientos sin saber el rumbo a tomar o el suelo que pisa, buscando siempre respuestas y salidas que nunca ha podido tener, espera encontrar en el camino alguien que pueda compartir sus sentimientos, curar sus heridas.


     Sube a uno de los vagones el niño mutilado, por el descuido de un hombre que un día decidió tomar tanto alcohol y después conducir un vehículo, de pronto no le vio y su auto atravesó sus piernas sin piedad, ahora se mueve en una silla de ruedas de un lado a otro, agradecido de la vida, pero lleno de preguntas interiores, ¿porque?

     
        El tren sigue avanzando y se detiene en una estación, abordan dos niñas acompañadas de un hombre, ellas con el rostro aturdido, apesadumbradas, aterrorizadas, sin la menor oportunidad de gritar el abuso al cual son sometidas, un abuso físico y emocional de un hombre que las engendro, y al fallecer su madre tomo la decisión de usarlas como piezas de un juego de ajedrez.

     Otro asiento lo ocupa una anciana sola y triste, llena de pesares que pueden notarse tras la poca luz de su mirada, desdichada y llena de remordimientos por las malas decisiones tomadas, ahora observa sus cortos días nublados, sin la más mínima seguridad de importarle a alguien.

     El tren avanza su recorrido, y otro asiento es ocupado, esta vez por una joven, su rostro es una metáfora de la felicidad, la calidez de sus ojos infunde calma, su mirada a veces perdida por la ventana admirando la belleza del paisaje tan hermoso y apacible que nubla los sentidos.

     A su lado va aquel hombre impaciente, rodeado de cajas y regalos, sus ojos fijos a las manecillas del reloj, anhelando llegar y correr a los brazos de su familia tras largo tiempo de ausencias.

     De otro lado puede verse una madre con su niño en brazos, felizmente lo abraza, mima y canta una canción de cuna, él bebe sonríe a carcajadas mostrando la mas mínima intención de dormir porque quiere continuar admirando la belleza y el amor de su madre que lo ama con locura, se pregunta si habrá un momento en que aquellos ojos hermosos dejaran de mirarle y aquellos brazos de arrullarle.

     Alegría, tristeza, esperanza, paz, calma, ruido, gozo, pena abordan juntos el tren de la vida, dentro de cada ser humano hay un mover distinto, no siempre las locomotoras son las mismas, las vías también cambian y siempre habrá estaciones diversas.

     Sin importar el pasado, los traumas enfrentados, las cicatrices de las heridas, la profundidad de los sentimientos, y la mayor satisfacción, las ovejas siguen al pastor y escuchan su voz cuando habla, no importa cuantas veces salga del rebaño, el pastor volverá a buscarla. Aquel que busca encuentra, él que halla se llena, él que toca puertas, un día le serán abiertas, y él que sueña algo persigue, lo importante es abordar el tren.

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